Fuente: El País
“Si estos bidones explotan un día, no nos dará tiempo ni a respirar”. “Es una vergüenza que tengamos esto aquí y nadie lo sepa”. Los vecinos de Santa Coloma de Cervelló (Baix Llobregat, Barcelona) llevan años clamando por el peligro que corren desde 2007, cuando cerró una empresa de productos químicos y abandonó a su suerte centenares de bidones y contenedores con toda clase de productos contaminantes. Son más de 2.500 toneladas expuestas al aire libre y sin ninguna vigilancia que los vecinos consideran una bomba de relojería.
Los vecinos temen por su seguridad y creen que esos bidones suponen, además, una amenaza para el medio ambiente, pero hasta ahora no han logrado que se retiren. El almacén contaminante tiene su origen en la empresa Massó i Carol, dedicada desde 1993 a la fabricación de sustancias empleadas como base para la elaboración de cosméticos y detergentes. En 2005 empezó su declive y dos años más tarde abandonó sus almacenes, cesó oficialmente en la actividad y se trasladó a Barbastro (Huesca) para iniciar una nueva etapa gracias a las ayudas del Gobierno aragonés.
Con el traslado, sin embargo, se desentendió de la limpieza de los residuos de la planta de Santa Coloma de Cervelló, donde viven unas 8.000 personas. El Ayuntamiento, gobernado por una coalición independiente, vendió el terreno a la promotora inmobiliaria Llave de oro, que dispone de licencia municipal de obras para construir oficinas, pero la crisis de inmobiliaria aparcó el proyecto. Mientras tanto, los vecinos llevan años quejándose de las molestias y problemas que les causan los residuos abandonados. Y, sobre todo, del peligro que corren.
Y es que las 2.500 toneladas de residuos están expuestas al aire libre, en una zona sin ningún tipo de restricción de paso, cercana a los acuíferos del río Llobregat, a la línea de los Ferrocarriles de la Generalitat, a los campos de cultivo, a una escuela y a decenas de viviendas. Con el paso del tiempo, además, la exposición al aire libre de los bidones y contenedores ha producido emanaciones, espumas, fugas y malos olores que cada vez se hacen más molestos. “Poco a poco vamos consiguiendo que los niños no se acerquen tanto a la zona, pero, a menudo, vemos como alguno corretea por allí como si nada. Es muy peligroso”, advierte Sergio, un vecino.
El problema se visualizó en 2009, cuando la Agencia Catalana del Agua (ACA) hizo un análisis de las aguas del Llobregat y descubrió que en algunos pozos se almacenaba agua contaminada que podría proceder de la planta de residuos de Massó i Carol. Eso desembocó en el encargo de un estudio del subsuelo, que nunca se llegó a realizar, por lo que jamás se ha aclarado si la zona estaba contaminada. Poco después, la Agencia Catalana de Residuos detectó la ilegalidad de la situación, multó a los propietarios y les instó a asumir sus obligaciones.
La Agencia Catalana de Residuos (ACR) abrió numerosos expedientes sancionadores a Massó i Carol, pero la empresa ignoró los avisos. Ante la desobediencia reiterada el caso pasó a manos de la Fiscalía de Medio Ambiente y acabó en los juzgados de Sant Boi de Llobregat. Según Margarita González Benítez, catedrática de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), militante del PSC y vecina de Santa Coloma de Cervelló, ya se han celebrado dos juicios contra la empresa y se está a la espera de la ejecución de sentencia.
Margarita González, con el apoyo de la agrupación local del PSC, presentó el pasado mes de noviembre un inventario a la ACR, detallando los productos almacenados en la finca de Massó i Carol, muchos de ellos tóxicos y nocivos, tanto para el medio ambiente como para la población. Fenol, fermol y tricloruro de fósforo son algunos de los residuos que están almacenados y que, si se inhalan o consumen, pueden resultar nocivos y, en algunos casos, pueden tener efectos cancerígenos. Otros, como el amoniaco y el ácido acético, pueden producir quemaduras, en algunos casos graves, y dificultad al respirar.
“En verano, con el calor, nos escuece la garganta. Es insoportable”, explica Lourdes, una vecina de la zona que vive a escasos metros de la fábrica abandonada. Otros compuestos, como la naftalina, son inflamables y explosivos y pueden contaminar las aguas. “Si los bidones explotan, no nos dará tiempo ni a respirar. Hay gasolina incluso”, advierte la vecina.
Ante esta crítica situación, los vecinos de Santa Coloma de Cervelló, junto con el apoyo del grupo socialista, pusieron en marcha una plataforma de protesta para solucionar la situación que, según ellos, “ninguna Administración quiere afrontar”.
El caso ha acabado en el Parlament, después de la petición del grupo socialista para que se realizara de manera inmediata un estudio del terreno, se trasladasen los bidones y se analizaran las aguas subterráneas. La respuesta del Gobierno de la Generalitat fue “muy genérica”, según la diputada del PSC Eva Granados, sin que se aportaran soluciones al problema. La empresa Massó i Carol se encuentra actualmente en concurso de acreedores, con 40,000 euros de deudas. El Ayuntamiento de Santa Coloma de Cervelló, por su parte, ha decidido que, con motivo del Dia del Arbre, plantará 3 árboles y 100 plantas aromáticas, con el fin de “disimular el olor y las molestias de los residuos”. Eva Granados decidió presentar una nueva propuesta de resolución sobre el tema que está pendiente de fecha para su tramitación.
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