Para alguien con sensibilidad química múltiple es realmente complicado comprar algo, tanto porque en general no puede trasladarse a las tiendas para ver y comparar entre varias marcas y modelos, como porque no puede elegir libremente un modelo en función de su precio, prestaciones o estética, sino sólo porque sea inocuo a la salud, dada la característica que tienen los SQMs de actuar como “perros-guía” en cuanto a detección de tóxicos allá donde nos encontremos.
El verano pasado mi portátil empezó a dar muestras de que estaba dejando de funcionar y tuve que empezar a buscar otro con el hándicap de que fuera apto a mi sensibilidad química múltiple, o al menos que perjudicara lo menos posible a mi salud mientras oliera “a nuevo”.
Este olor es indicativo de la presencia de PVC, retardantes de llama bromados y otros elementos tóxicos que a las personas con SQM nos afecta especialmente y que suelen llevar, entre otros productos, los electrónicos. Esto es lo que les da ese característico “olor” que eufemísticamente las empresas dejan que nosotros los consumidores denominemos de forma inocente con el término de “olor a nuevo”, que es la prueba sensitiva de la continua y fuerte expulsión de elementos volátiles al ambiente de estos productos, sobretodo los nuevos.
Los problemas de salud que producen pueden aparecer, o desde el primer momento del desembalaje del producto y tener una durabilidad indefinida que obligue a devolverlo, o “sólo” durante las primeras semanas -seguramente meses- hasta que deje finalmente de “oler” a nuevo (o sea, hasta que no se detecte desprendimiento de sustancias químicas del electrodoméstico al ambiente).
Intentaré exponer en esta entrada lo que recopilé entonces, centrado en los datos que son de interés para alguien con SQM (evitar los materiales tóxicos). Estas pautas también servirán para quienes deseen comprar con unos criterios de salud y calidad, combinados incluso con un precio ajustado (algo también fundamental).
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