De darlo todo, a todos, a necesitar solo, un poquito….
Jolín, hoy es uno de esos días en los que me quedaría tan a gusto en la cama. Realmente, no puedo más. Tendré de hacerle caso a mi amiga Isabel y pedirme hora para el médico. Claro que ya se que me dirá: Que no se acuerda como quedamos? Me dirá que no puedo seguir actuando como si no pasara nada. Que necesito encontrar un tiempo y espacio para mí, para hacer aquellas cosas que siempre acabo negándome; pasear tranquila, algo de ejercicio, alguna técnica de relajación…. Cualquier cosa que me sea gratificante. Para acabar recordándome: Sra. Por mucho que yo le recete, si usted no afloja el ritmo, no espere mejoría alguna.
Tendré que proponérmelo. Yo ya se que él tiene razón pero él no conoce las obligaciones y responsabilidades que tengo. Como si fuera tan fácil! Solo de pensar en la cara que pondrá mi jefe, el Sr. Hiniesta, cuando le diga que he de salir par ir al médico… Imagino lo que dirá: Caramba Pilar! No se como se las arregla usted ! Cuando no es su hijo es su suegro O su madre….
Quizás sea mejor esperar. Intentaré ponerme de pie (como tantos otros días) y con un poco de suerte le ganaré otro día al calendario.
Esa mañana, como tantos otros días, Pilar se vistió y se maquilló con sumo esmero, era la única forma de tapar en su rostro las marcas que dejan las noches de insomnio y dolor que llevaba encima.
Al entrar a su trabajo, se cruzó con un compañero que hacía tiempo no coincidía: Caramba Pilar! Que requetebién se te ve! Para ti no pasan los años! Luego te quejas pero ya quisiera yo encontrarme tan bien como tu!…
No tuvo ni tiempo de acomodarse en su mesa de trabajo, cuando oyó la voz de su jefe el Sr. Hiniesta que la estaba llamando. Al intentar ponerse en pié, notó que su cuerpo no respondía. Estaba como clavada, rígida, como si alguien la sujetara, era como estar atrapada y los dolores tan agudos y insoportables que finalmente fue doblándose como si fuese una marioneta, hasta parar en el suelo sin darle tiempo ni para abrir la boca.
La llevaron a Urgencias y, después de tenerla en observación un tiempo y aplicarle una buena tanda de calmantes, decidieron que lo mejor era ingresarla y completar algunas pruebas para poder llegar a un diagnostico.
Cuando se enteró que tenía que quedarse en el hospital, a Pilar le cambió la cara. Como haría? Justo hoy, que era el día para la compra en el mercado y la carnicería. Pensó que al menos, la comida si la tenía hecha del día anterior, como había pensado en ir a la compra. Enseguida empezó a pensar: Quién les hará la cena por la noche? No encontraran nada! Justo me ha tenido que pasar hoy caramba! > se lamentaba. Como llevo todos estos días encontrándome tan mal, tengo la casa hecha un desastre. Ni la cama he podido hacer esta mañana, con las prisas… Como Jaime sale antes que yo y a mi me cuesta tanto levantarme….
Y así continuo pensando en Jaime. ¿Qué hará cuando se entere? Que disgusto se llevará. El que no puede verme enferma y encima, éste fin de semana que había quedado para salir con sus compañeros, pobre para una vez que queda con ellos….
Y mi hijo? Pobre hijo mío!
La lavadora! Ostras! Con las prisas de esta mañana no la he puesto en marcha y mañana el chico no tendrá el chándal que le gusta para el gimnasio.
Realmente, esto me ha pasado en un mal momento.
Este pasaje por el un día de la vida de Pilar, refleja bastante bien muchos de los días de la vida de cualquiera de nosotras. Educadas para cuidar de otros, para que todos y todo funcione, con la esperanza de tener a todo el mundo contento.
Igual que Pilar, vivimos con sufrimiento, como si les estuviésemos fallando a todos aquellos que han delegado en nosotras la responsabilidad de la vida cotidiana y muy a menudo, nos olvidamos de que es aquello que nosotras necesitamos.
Las personas que continuamente nos encontramos mal, sin desearlo, acabamos sintiéndonos culpables por ello y eso marca unas diferencias en como establecemos nuestras relaciones personales, laborales y sociales. Hoy que tanto se habla de solidaridad, es preciso que las mujeres aprendamos a serlo con nosotras mismas, a reconocernos en nuestra diversidad
MORALEJA: Por mucho que queramos a los demás, no ha de estar por encima del quererse una misma. ¿Sabéis que, con solo que nos dedicásemos a querernos, a escucharnos, una parte de lo que dedicamos a los demás, nuestros problemas de salud y nuestra calidad de vida y nuestras relaciones mejorarían considerablemente?
¿A que esperamos? Pilas y a ello. Hagamos visible lo invisible y que cada día existan menos mujeres como Pilar que en lugar de preocuparse por su problema de salud, siga con el error de anteponer a todos, antes que a ella misma.
Dedicado a todas las Pilar del mundo que son muchas!,
Autora: María Roldán Samper
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