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La industria química europea se asocia para alcanzar la sostenibilidad

El Foro de Productos Químicos con sede en Helsinki busca nuevas formas de mejorar el desempeño social y ambiental de una de las industrias más denostadas
La experimentación animal, las plantas incineradoras y la industria textil son los sectores asociados más polémicos
Beatriz Lorenzo

La Tierra se rebela contra los monstruos que la horadan, la iluminan, la deforestan y la construyen. Las fuentes tradicionales de energía se han convertido en el enemigo, en el aliado mortal del cambio climático que amenaza con destruir la salud del planeta. También la industria, ese gigante que provocó en los albores del siglo XIX el mayor ciclo de transformaciones de la historia de la Humanidad desde el Neolítico, se sienta en el banquillo de los acusados. Cada industria genera contaminantes específicos que pueden perjudicar la calidad del aire, del agua y de los suelos: hidrocarburos y metales pesados en el caso de la petroquímica y la siderurgia, nitrógeno y fósforo en el caso de las actividades agrícolas, disolventes y colorantes procedentes de la industria textil. Hoy más que nunca se necesitan nuevos enfoques y nuevas fuentes de energía no contaminantes, y para dar cauce a esta necesidad la industria química europea ha constituido el Foro de Productos Químicos con sede en Helsinki (HCF).
El Foro reúne a académicos, políticos, organizaciones no gubernamentales, grupos de interés social y representantes de la industria encaminados a buscar  formas de mejorar el desempeño social y ambiental de un sector que desde siempre ha recibido las miradas ceñudas y desconfiadas de los grupos ecologistas. El proyecto, financiado y administrado de modo conjunto con la UE y la Comisión Europea, tiene previsto reunirse cada año y espera que sus conferencias anuales se conviertan en hitos del desarrollo sostenible asociado a la fabricación y el uso de productos químicos. Entre los temas más controvertidos que saltarán a la palestra del HCF la competitividad e innovación, regulación de la industria química y seguridad y sostenibilidad se llevarán la palma.

La industria química es muy variada. Utiliza una amplia gama de recursos: combustibles sólidos, líquidos y gaseosos, pirita, cal, sales, productos vegetales y animales. Los productos más comunes que proporciona la industria química son fertilizantes, colorantes, explosivos, plásticos, gomas, caucho, detergentes, aislantes, fibras artificiales, productos farmacéuticos, etc. El refinado de petróleo es un tipo de industria química especial que proporciona muchos productos, la mayoría muy contaminantes. Así pues, sus usos son múltiples, y las posibilidades de polémica asociadas a sus delicados y, en ocasiones, invasivos procedimientos, brotan como hongos en una sociedad concienciada y sensibilizada con la protección medioambiental.

UNA INDUSTRIA VARIOPINTA E INVASIVA

La experimentación con animales, tema polémico donde los haya, debería ser uno de los temas prioritarios en las actas del  HCF. En la actualidad, la regulación del sector químico corresponde a la Normativa REACH (siglas en inglés de Registro, Evaluación y Autorización de Químicos) que entró en vigor hace dos años, y obliga a las compañías a evaluar la toxicidad de las sustancias químicas que se empleaba antes de la era de las pruebas obligatorias. Sin embargo, la Normativa REACH ha traído consigo un muy debatido incremento de la experimentación con animales, aspecto éste que levanta ampollas de las más sangrantes. Las previsiones apuntan al sacrificio, en los próximos diez años, de 54 millones de animales de laboratorio, 20 veces más de los que se estimaron inicialmente en el momento en que se planteó el reglamento REACH.

Pero la experimentación animal no es el único pastel envenenado al que el HCF debe hincar el diente. La polución y los vertidos tóxicos son también nefastas ramificaciones de la industria química, problemas inconcebibles en unos tiempos-con la cumbre de Copenhague a la vuelta de la esquina-en los que se aboga por la sostenibilidad medioambiental como primer mandamiento.

Entre las industrias químicas más conflictivas se sitúa, sin duda, la del cloro. Las sustancias cloradas se utilizan en sectores tan dispares como el de los disolventes, los plaguicidas, la papelería o el tan traído y llevado PVC. La contaminación a través de mercurio, dioxinas o hexaclorobenceno es su principal consecuencia. La industria papelera es otro sector sobre el que, nunca mejor dicho, han corrido ríos de tinta. Desde las papeleras no es raro que se emitan al medio ambiente compuestos tóxicos como las dioxinas que provocan graves episodios de contaminación.

Otro tipo de instalaciones conflictivas son las plantas incineradoras que tanta polémica han levantado en España y fuera de España. En España han dado mucho que hablar la gallega de Cerceda, la vasca de Zabalgarbi (Bilbao), las catalanas de Vielha (Lérida), Gerona , Sant Adriá del Besós (Barcelona), Mataró (Barcelona) o Constantí (Tarragona), la balear de Son Reus (Mallorca), u otras como la madrileña de Valdemingómez. Las incineradoras son una de las principales causantes de emisión de tóxicos muypeligrosos como las dioxinas que acaban contaminando el entorno llegando a la población posteriormente, por ejemplo, a través de la dieta. El 90% de la exposición humana a las dioxinas es a través de los alimentos ( un 80% de la exposición total por alimentos de origen animal).En Francia ,por ejemplo, se planteó el cierre de incineradoras como la de Lille, tras detectarse altos índices de dioxinas en la leche de las vacas en su entorno, y en el mismo país, en 1998, el Ministerio de Medio Ambiente reconoció que en territorio galo fallecían cada año entre 1.800 y 5.200 personas por cánceres debidos a la exposiciones a las dioxinas.

Las incineradoras a pesar de todo han seguido prosperando. Se trata de un negocio rentable para empresas de bienes de equipo ,constructoras, eléctricas y bancos accionistas, que se benefician de los ingresos por cada tonelada de residuos que queman, de subvenciones, de venta de electricidad, etc. La incineración de residuos tóxicos se ha extendido también a las plantas cementeras, para abaratar los costes del combustible. En esta área se denuncian  emisiones de PCB, dioxinas, furanos, plomo, cadmio o mercurio.

En la industria textil se utilizan también multitud de sustancias químicas tóxicas que podrían afectar a la salud de los trabajadores o contaminar las aguas de vertido de las factorías. Entre estas sustancias se pueden citar los alcoholes y alquilfenoles etoxilados de los detergentes con los que se limpia la lana o el uso del cancerígeno disolvente tricloroetileno. Para poder hilar mecánicamente se lubrica con aceites minerales, que pueden ser fuente de hidrocarburos aromáticos policíclicos. Para almacenar los hilos y que se conserven bien, suelen emplearse bactericidas y funguicidas. Para que luego, en los telares, no se rompan los hilos se usan colas químicas que de nuevo pueden ser portadores de sustancias conflictivas.

Por otra parte, no hay que olvidar que no solo los residuos de las grandes industrias , aunque estos sean más aparatosos, representan un problema. Los basureros urbanos, plagados de pilas con mercurio o cadmio son también un potencial campo de minas. La sostenibilidad es un grial difícil de conseguir para una industria tan contaminante y tan diversificada como la química. Corresponde al HCF demostrar como la química puede formar parte de la vida cotidiana y que es posible paliar e incluso evitar sus efectos adversos mediante sencillas actuaciones, como considerar las necesidades energéticas en relación a sus impactos ambientales, utilizar materias de partida renovables y no extinguibles y el desarrollo de analíticas que permitan un monitoreo a tiempo real durante el proceso y el control previo a la formación de substancias peligrosas.



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