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El granero

Colección EN PUNTA, nº 1

AGOTADO

“EL GRANERO” (poemas, aforismos, greguerías)

PEDRO SERRANO

Edita: Ateneo Alternativo Antonio Carrasco Suárez
Coordinador: Marcos Gualda Caballero
Colabora: Ayuntamiento de Punta Umbría y Restaurante El Paraíso
Portada y contraportada en cuatricomía y plastificadas en mate
142 páginas
Imagen Portada: Pedro Gil-Mazo
Diseño Cubierta: Antonio Garrido
Diseño y maquetación: Barco de Ideas
Imprime: Artes Gráficas Hontiveros, SL
Béjar 2002
DL: S-978-2002
ISBN: 84-95327-11-2

A continuación encontrará una reseña biobibliográfica de Pedro Serrano, así como el prólogo y una selección de poemas, aforismos y greguerías de esta obra.

PEDRO SERRANO
Biobibliografía

Pedro Serrano nació en Huelva. Ha vivido en Huelva y en Punta Umbría. Colabora en la revista literaria “Volandas”, y ha participado en varios libros de “Punta Umbría en la poesía”. Vino al mundo en 1960.

EL GRANERO

PRÓLOGO

¡Pedro, píntame el mapa!

Solicitaba en clase de Geografia o Historia, cuando después de repetidos intentos con pretendida suficiencia hacia volar la tiza en lo que debería ser un trazado esquemático del entorno de la Peninsula Ibérica. Unas veces con acusado dominio de la vertical, el levante español podía darse la mano con Portugal (no está mal la metáfora); otras, la horizontal y el norte y el sur acortaban sus distancias (lamentablemente sólo geográficas). En contadas ocasiones, y por casualidad, me salía la Península Ibérica que conocemos como tal. Mis habituales fracasos eran corroborados con la risita burlona de mis alumnos. No había manera. Entonces era eso de… ¡Pedro, píntame el mapa!

Pedro era de esos alumnos que todo lo hacían bien; el dibujo, los números, las letras…, de ésos que en cualquier momento te podían poner en un aprieto con alguna ingenua maldad, a pesar de un mohín de timidez que aún conserva. Para dar salida a su afición literaria, fundó -con otros- la Revista Literaria Volandas. En ella, su sección “Nuestros Autores”. Juan Ramon ]imenez, “Platero y yo” de nuestros dictados infantiles a la emoción de la belleza y el sentimiento; Miguel Hernández de la honda y recia sinceridad… “Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran…”; Antonio Machado de la equilibrada humanidad, “Campos de Castilla”, ya lejanos. Sus “Casi Greguerías”, que más tarde se llamaron “Volanderas” y que ahora ponen título a esta publicacion. Las firmaba con el seudonimo Zacarías:

¡Otoño! ¡Y no tener un árbol para ver caer sus hojas!
Será que al otono se Ie han caído los árboles.
Si tienes pájaros en la cabeza, tu cabeza
puede ser un paraiso, o una jaula.
Su poesía, preferentemente, su poesía:

“A través del vuelo del pájaro
sigo el rastro de lo que vendrá.
No de un largo futuro,
sino de la preciosa pequeñez de una tarde,
olvidada ya en el paraiso de sí misma.”

También la prosa, prosa poética:

“¿Te has dado cuenta? Vamos entre dos
carreteras: una, la de asfalto; la otra,
al lado, de flores lilas, pálidas, pequeñas,
abundantes. Carretera para pasear el
espíritu. Carretera fugaz que se nos
irá cuando estas débiles flores se marchiten.”

Y como decíamos que el dibujo se le daba bien, también ilustró muchas veces la revista Volandas.

Hizo Magisterio y estuvo a punto de sacar las oposiciones en dos ocasiones; luego desistio. A partir de entonces, vida retirada y huidiza. Para ganarse la vida, clases particulares; para soportar la vida, poesía.

Ahora se resiste al dolor de la enfermedad y sobrevive tenazmente a la levedad de la existencia.

La publicación de esta obra poética mínimamente pretende ser consuelo de una vida, a partir de cierto momento, difícil y esquiva. Él mismo define la vida -¿su vida?- “atroz, confutable o maravillosa”.

¡Pedro! ¿Qué mapa, de qué país ideal me pintas ahora?

Paco R. Cermeño

POEMAS, AFORISMOS Y GREGUERÍAS

22. VIAJERO
El viajero vino para quedarse,
pero se quedó para irse.

96. ARNALDO
Arnaldo se conoce la ciudad por las farolas.
Es como un perro que mease por la memoria.

129. ILUMINACIÓN
¡Alúmbrame, palabra!

Dame la felicidad de tu momento
o me columpies hoy alegre de tus ramas
-de una cuerda el tiempo, de otra la clave exacta-,

para que sienta latir la senda,
bajo mis pies y sobre mi alma,
de aquellos hombres rectos.

¡Alúmbrame, palabra!

Aunque robar no pueda tus reflejos.

141. PIEDRAS
Las piedras, yo lo sé,
cuando hay viento fuerte,
corren vivas,
andan cómicamente
con sus gordos pies
por las avenidas,
van con empujona prisa
saltando en patas
abiertas y lisas
por doquier.
Las piedras, esto es,
o los ladrillos rotos y enteros
de las obras y las ruinas,
como brutas porcelanas
correteando en la brisa helada,
mientras les tocan las palmas
los palos y los tejados
de las esquinas.