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Artículo en Choco Tóxico: ‘Un inmenso pedo de dioxido de carbono bajo la provincia de Huelva, gentileza de su empresa amiga: CEPSA’

Artículo en Choco Tóxico

El 29 de julio apareció anunciada en el BOE la Resolución de la Dirección General de Política Energética y Minas, del Ministerio de Industria, por la que se publicaba la solicitud de CEPSA para que le sea concedido un permiso de investigación para almacenamiento de CO2 bajo el subsuelo de parte de la provincia de Huelvas (si quieres leer el anuncio en el BOE, pincha aquí).

Refinería de Cepsa en Palos de la Frontera

Esta técnica de almacenamiento de CO2 está aprobada y regulada por la Ley 40/2010, de 29 de diciembre, de almacenamiento geológico de dióxido de carbono, que a su vez es transposición de la Directiva 2009/31/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de abril de 2009 (si quieres conocer los términos de la Ley, pincha aquí).

Como figura en la exposición de motivos de la citada Ley, la técnica consiste en captar el dióxido de carbono (CO2) emitido por las instalaciones industriales, transportarlo a un emplazamiento de almacenamiento y finalmente inyectarlo y confinarlo en una formación geológica subterránea adecuada, con vista a su almacenamiento permanente.

Por otra parte, el almacenamiento geológico de CO2 guarda una estrecha relación con el régimen de comercio de derechos de emisión, es decir, con el hecho de que las empresas contaminantes tengan que pagar por la cantidad de emisiones a la atmósfera de dicho gas causante del efecto invernadero, como ha establecido la Unión Europea para sus países miembros, tras asumir las conclusiones del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de Naciones Unidas.

Como figura en la exposición de motivos de la Ley, los titulares de las instalaciones contaminantes deben entregar anualmente a la administración tantos derechos de emisión como toneladas de CO2 hayan emitido durante el año anterior. Para reducir este coste se han inventado entre todos esta aberración del almacenamiento geológico del CO2.

El lugar de reducir las emisiones, con la aprobación institucional del almacenamiento geológico, se permite a las empresas contaminantes emitir la misma cantidad o más de CO2, con tal de que en lugar de echarlo a la atmósfera se entierre en el subsuelo.

Pura y simplemente se trata de aprobar, bajo la apariencia de un cientifismo súper sesudo, la tecnología más antigua conocida por todos los perezosos y sinvergonzones que en el mundo han sido: esconder la basura bajo la alfombra.

El problema es que la alfombra en este caso es la tierra sobre la que vivimos, sobre la que tenemos establecidos nuestros hogares, nuestros pueblos y ciudades; donde con dificultad creciente se agarran con tesón los árboles de nuestros bosques; crían los animales y siembran los agricultores.

Así pues, si según la Comisión Europea, cada tonelada de CO2 emitida a la atmósfera tendrá un coste para las empresas contaminantes de 30 euros (según estimaciones de la Comisión Europea), la implantación de “tecnologías de captura” (léase, esconder la basura bajo la alfombra) representará para estas empresa un importante ahorro, sin tener que gastar un duro en tecnologías que limiten la emisión, cuando además, entre todos, le regalamos la alfombra donde esconderán su porquería: nuestra tierra. Sin demagogias, ni poesía. Nuestra tierra stricto sensu, ni más, ni menos. Ellos siguen contaminando, produciendo y enriqueciéndose y, para que su negocio no se agote, nos obligan a cederles la tierra sobre la que vivimos para que entierren en sus entrañas toda su miseria.

Viva la ONU, la Unión Europea y la madre que los parió.

Volviendo al caso de la empresa de Abu Dhabi, Cepsa (que debiera a empezar a replantearse eliminar la “e” de su nombre –Cía “Española”(¿?) de Petroleos), propiedad al 96% de la empresa abudabiense International Petroleum Investment, hace menos de un año, con presencia de nuestro monarca incluida (ver el post publicado en este blog), inauguró una macro ampliación de su refinería de Palos de la Frontera, duplicando su producción, y con ello duplicando, para poder abastecer al monstruo, el número de petroleros frente a las costas de Huelva. Si veraneáis en Punta Umbría o Mazagón, podréis constatar que raro es el día que no hay fondeados en el horizonte menos de seis o siete petroleros, incrementando exponencialmente con ello el riesgo de vertido y colisión. Por pura lógica, con este brutal incremento de producción, se han duplicado sus emisiones de CO2.

Puede consultar la noticia de la compra del capital social de Cepsa por parte del fondo de inverisones International Petroleum Investment , pinchando aquí)

Seis petroleros frente a las playas de Punta Umbría

La compañía de petróleos de Abu Dhabi, en lugar de pagar por este incremento de la contaminación de CO2, en proporción a sus pingües beneficios, o de invertir en tecnologías de reducción de emisiones, quiere preñar el subsuelo de esta provincia con sus gases venenosos para ahorrar costes y aumentar sus beneficios, que, demostradametne, ya ni siquiera se quedan en España, convirtiéndose en la empresa pionera en solicitar la aplicación de la técnica del almacenamiento geológico.

Nos quieren obligar a que nos sacrifiquemos a inflar el vientre de nuestra provincia con un inmenso pedo de dióxido de carbono, para que los beneficios que con ello se obtengan, vía ahorro de costes de producción, acaben en un fondo soberano de Abu Dhabi.

Pues bien, en el anuncio del BOE aparecen reflejados los vértices del polígono dentro del que se autoriza a Cepsa a investigar la ubicación de los lugares por donde inyectará el CO2 para su almacenamiento venenoso.

Utilizando Iberpix, magnífica aplicación cartográfica on line que ofrece la web del Instituo Geográfico Nacional, y buscando la ubicación de los vertices, por su longitud y latitud, he obtenido la exacta configuración geográfica de dicho polígono, el cual se corresponde con la siguiente imagen:

Colocando el anterior mapa sobre otro político de la provincia de Huelva, también del Instituto Geográfico Nacional, resulta el siguiente resultado gráfico:
En definitiva, pueblos como Punta Umbría, San Juan del Puerto, Palos, Moguer, Bonares, Niebla, Lucena, Rociana, Bollullos y Almonte, el Paraje Natural Marismas del Odiel, así como la propia Huelva capital, con su Polo Químico y sus balsas de fosfoyesos incluidas, quedarán situados por encima de ese inmenso pedo de dioxido de carbono, con la única finalidad de evitarle costes de producción de gases con efecto invernadero a la empresa abudabiense.

Pero ahí no queda la cosa, según la Ley (último párrafo de su Exposición de Motivos), la idea es que los lugares de almacenamiento geológico estén conectados, a través de gaseoductos, con varias empresas, para su utilización conjunta, de donde deduzco que muy probablemente, Cepsa, en su interés por ser la primera en implementar en la provincia de Huelva esta técnica, no sólo esté buscando un ahorro de sus costes de producción, sino, como concesionaria del lugar de almacenamiento en el subsuelo, negociar con el mismo, cobrando a otras empresas que quieran utilizarlo.

De nuevo Huelva convertida en Basurero de Europa y esta vez, además, sirviendo de conejillo de indias para investigar sobre una técnica no contrastada, que va a llevar a cabo una empresa no precisamente fiable (para ver los accidentes en los que se ha visto involucrada la refinería de Cepsa en Huelva, pincha aquí).



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