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Un estudio detecta en las balsas material 12 veces más radiactivo que los fosfoyesos

Los denominados ‘fosfoyesos negros’ se encuentran en la zona 3, inactiva desde hace años · El CSN tendrá que decidir su futuro: confinamiento ‘in situ’ o traslado a El Cabril.

El estudio realizado sobre las balsas de fosfoyeso para la elaboración del proyecto de restauración ha traído una sorpresa; la aparición de los denominados fosfoyesos negros, una sustancia con una radiactividad mucho mayor (hasta 12 veces) que la presente en los fosfoyesos normales y cuyo futuro queda pendiente de un estudio en profundidad. Se trata de una superficie relativamente pequeña en las 450 hectáreas de balsas que hay que restaurar, pero los expertos encargados de la supervisión del proyecto advierten de que debe ser el Consejo de Seguridad Nuclear el que decida qué hacer con la sustancia: una restauración normal, específica o, incluso, trasladar este residuo a un almacenamiento controlado, es decir, el depósito de residuos radiactivos de El Cabril, en Córdoba. Mientras tanto, Fertiberia ha dado instrucciones a los trabajadores para evitar su permanencia en la zona durante periodos de tiempo más largos de lo recomendado.

La aparición de este material coge por sorpresa a los encargados de realizar la caracterización radiológica de las balsas para el estudio realizado por la empresa Tragsatec -por encargo del Ministerio de Medio Ambiente- sobre la regeneración de la zona. Se encontraron con él casi al final de los trabajos (desarrollados en 2009), mientras que en un estudio realizado años antes no se había detectado su presencia. La sustancia se encuentra en dos parcelas de la zona 3, balsa inactiva desde hace más de una década pero aún por restaurar. En esa zona, los análisis dosimétricos (que miden la dosis de radiación) arrojaron unos niveles de radiación “hasta 12 veces más elevados que los valores medios en las zonas de fosfoyesos normales”, advierte el informe realizado por la comisión de expertos sobre el trabajo elaborado por Tragsatec (un dictamen de principios de año). La radiactividad llega a ser 40 veces superior al valor de la radiación terrestre correspondiente al fondo de Huelva (el medio para la ciudad), por lo que los expertos reclaman “un análisis más detallado de la zona, la caracterización del material, definir su volumetría y elaborar un informe que debe ser elevado al CSN para la toma de decisiones al respecto”.

Los especialistas insisten en los sucesivos documentos que se han elaborado en el marco del trabajo de Tragsatec (que ha servido de base para redactar el proyecto director de restauración de las balsas recientemente presentado) en los altos valores de las tasas de dosis de radiación. Para el fondo de Huelva (su valor natural de radiación) se mide una tasa de dosis de 0,09 microSievert/hora, mientras que en los fosfoyesos blancos (sin restaurar) esa tasa de dosis llega a 0,32 μSv/h. En cambio, en los denominados fosfoyesos negros (por el color que tienen, aunque su composición también es diferente) esa tasa podría superar los 4 microSievert/hora. El valor de referencia establecido para evitar una exposición excesiva de las personas a los elementos radiactivos es de 0,2 μSv/h para los suelos ya restaurados (y un uso recreativo, no residencial). Por encima incluso del valor de fondo de Huelva, que es muy bajo.

Ante esos resultados, los expertos que han colaborado en el estudio recomiendan que la zona quede “bien marcada” y se asegure que “no hay acceso de personas”, además de informar a Fertiberia, encargada de la gestión de las balsas, “para que tome las medidas oportunas, tanto de control actual como de análisis de posible afección de las potenciales personas afectadas por la manipulación o presencia cercana a dicho material, en caso de que estos depósitos hubiesen resultado de labores de mantenimiento, realizadas en las plantas de producción de ácido fosfórico o en las balsas de fosfoyesos”. El documento no dice nada del origen de esta sustancia, que también tendrá que ser aclarado.

Fertiberia fue efectivamente informada de la presencia de este residuo y ha señalado las zonas en las que se encuentra este material, además de advertir al personal sobre la necesidad de restringir la presencia de trabajadores en esas zonas. Fuentes de la empresa aseguraban ayer que “no tiene mayor trascendencia”, ya que el espacio afectado es “pequeño” y aseveraron que se dará un tratamiento adecuado a dentro del proyecto de restauración elaborado, previo estudio específico de los residuos, que para la empresa son fosfoyesos aunque “posiblemente con un contenido orgánico distinto” (los expertos insisten no obstante en la necesidad de determinar su origen).

La cuestión es decidir qué hacer con ellos. Ahora habrá que realizar un estudio sobre las dos parcelas de fosfoyesos negros para remitir al Consejo de Seguridad Nuclear, que será quien decida sobre este material radiactivo (tienen presencia de radionucleidos naturales). En este sentido, los expertos que han elaborado el trabajo advierten que el CSN sólo tomará una decisión sobre las medidas a implantar “tras la realización de un estudio exhaustivo”, tal y como se hizo previamente con los fosfoyesos y también con el material contaminado con cesio-137, procedente del incidente radiactivo de Acerinox.

Ese estudio debe partir de la determinación de la extensión y profundidad en la que se encuentran acumulados estos fosfoyesos, lo que permitiría cuantificar la cantidad total de los mismos para evaluar la posibilidad de traslado a una zona controlada de almacenamiento (El Cabril es el depósito de residuos radiactivos de Andalucía). Asimismo, los expertos creen necesaria una caracterización radiactiva, física, química y mineralógica más precisa que la ejecutada. Se pide también que se concreten las dosis que puede recibir un trabajador si desarrolla su actividad en las parcelas afectadas y que se evalúen las posibles alternativas para la recuperación de estas parcelas.

Estos trabajos tendrán que realizarse ahora junto con el resto de los que desarrollarán los parámetros generales marcados en el proyecto director para la restauración de las balsas entregado por Fertiberia a la administración medioambiental.



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