La Comisión Europea ha perdido la paciencia con los vertidos altamente contaminantes de Fertiberia en las marismas de Huelva y ayer decidió remitir una carta de emplazamiento a las autoridades españolas en la que exige explicaciones de lo que está ocurriendo. Bruselas reclama medidas para que no se siga violando la directiva sobre Prevención y Control Integrado de la Contaminación (IPPC
“Por la importancia de los probables daños causados, urge una respuesta”
“Lo de Huelva es un caso de dejadez temeraria”, señala el europarlamentario verde David Hammerstein. Dada la importancia de los daños que pueden estar causando los vertidos, el Ejecutivo comunitario recorta el tiempo de respuesta y da un mes a España para explicarse.
El Parlamento Europeo y la Comisión llevan tiempo tras los vertidos de fosfoyesos en las onubenses marismas de Mendaña y la última comunicación recibida de las autoridades españolas “confirma que las plantas industriales han estado operando sin los pertinentes permisos” más allá de la fecha limite del pasado 30 de octubre fijada por una directiva que dio a los países hasta ocho años para su debida aplicación.
El Ejecutivo comunitario recuerda que el artículo 5 de la directiva IPPC obliga a las autoridades a garantizar que los vertederos son seguros, mientras que la directiva sobre vertidos reclama que se hagan sin poner en peligro la salud de las personas ni el entorno natural (agua, aire, suelo, animales y plantas).
La Comisión señala que Fertiberia y FMC-Forest han volcado a lo largo de los años 120 millones de toneladas de fosfoyesos y otros contaminantes en montañas de basura de hasta 20 metros de altura en zonas de marismas que por su propia naturaleza no son impermeables y, “en vista de la importancia de los probables daños causados por los desechos procedentes de estas instalaciones”, urge una respuesta antes de mediados de junio de las autoridades españolas.
Hammerstein identifica los daños: “Las balsas de fotoyesos son una bomba radiactiva fuera de control; la gente pisa por allí; los vientos llevan el polvo hasta Huelva; un líquido de color turquesa llega hasta el río, al que hace cambiar de color”.
El eurodiputado recuerda cómo un análisis realizado por un laboratorio francés a instancias de Greenpeace detectó sustancias radiactivas como el radón 222 en la atmósfera y radio 226 y polonio 210 en la tierra, el polvo y el agua.
La Junta de Andalucía concedió recientemente a la planta de Fertiberia en Huelva la Autorización Ambiental Integrada que, formalmente, le permite mantener la actividad industrial, lo que a juicio de Hammerstein es intolerable dada la imposibilidad de convertir en estancas las balsas de Mendaña donde se depositan los desechos de la factoría. “Lo de Huelva es un caso de dejadez temeraria”, señala el eurodiputado. “Aplazar la solución no resuelve los problemas”.
La Comisión no comenta, pero Hammerstein dice esperar “una reacción seria de la Junta de Andalucia a un vertedero que está fuera de la legalidad europea y pone en peligro la sanidad pública y el medioambiente”.
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