El pasado jueves un taxista me preguntó qué era eso de la homofobia. El rechazo a gays, lesbianas y bisexuales, le dije. Y si es hacia los transexuales sería transfobia, añadí. Estos rechazos son hoy una realidad mucho más desconocida de lo que pueden serlo el rechazo que sufren otros colectivos sociales, y se hace necesario el posicionamiento expreso contra ellos de los ciudadanos de bien y de las instituciones que nos representan.
Por ello, se defiende desde hace unos años que ciudadanos y gobiernos asuman este compromiso contra la discriminación por motivos de identidad y orientación sexual, y que al tiempo se impliquen mas allá de sus fronteras, instando a Naciones Unidas a reconocerlo.
La homofobia y la transfobia tienen tamaños y matices distintos en cada territorio del mundo, no es comparable la que podemos sufrir en nuestra cercanía, que existe, y crece al tiempo que lo hace la visibilidad LGBT, con las violaciones que sufren algunos hombres o mujeres en países como Irán, Egipto o Nicaragua, simplemente por ser ellos mismos. Son 80 los países que aún consideran ilegal la homosexualidad, 7 de ellos aun con pena de muerte, y esto ocurre cuando la OMS ya hace muchos años que dejó de considerar estas realidades como patología, cosa que ocurrió un 17 de mayo, y precisamente por esto es por lo que se ha generado el movimiento activista y ciudadano que pretende lograr que la ONU declare este día como día internacional contra la homofobia y la transfobia.
José María Núnez. Fundación Triángulo.