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Ahora que los monos se comen a las palomas

Colección LOS ARRUMBADOS, nº 1

AGOTADO

“AHORA QUE LOS MONOS SE COMEN A LAS PALOMAS” (poemas)

EVA VAZ

Edita: Ateneo Alternativo Antonio Carrasco Suárez
Coordinador: Marcos Gualda Caballero
Portada y contraportada a dos tintas y plastificadas en mate
70 páginas
Diseño y maquetación: Barco de Ideas
Imprime: Artes Gráficas Hontiveros, SL
Béjar 2001
DL: S-1399-2001
ISBN: 84-95327-007

A continuación encontrará una reseña biobibliográfica de Eva Vaz, así como el prólogo y dos de los treinta poemas que componen este poemario.

EVA VAZBiobibliografía

Eva Vaz, de Huelva, licenciada en Filosofía por la Universidad de Sevilla. Ha realizado incursiones en el teatro y el periodismo. Asimismo ha recibido e impartido numerosos cursos de narrativa y poesía. Actualmente dirige una empresa de gestión cultural especializada en la animación a la lectura para todos los colectivos.

Tiene publicados una plaquette, “Elegía a una sombra” ed. 1900 (1995), y su primer libro, “Ahora que los monos se comen a las palomas” ed. Cacúa 2001. Está incluida en las antologías “Carne picada”, “La indiferencia de los chinos”, “El último en morir que apague la luz” y “21 de últimas”. Ha colaborado en las revistas Lunula (Gijón), Letra Clara (Granada), La Caterva (Granada), La más bella (Madrid), Raro (Madrid), La última canana de Pancho Villa (Oviedo), Pliegos poéticos (Almería), Huebra (Huelva), Volandas (Huelva), Botellón literario (Huelva), Ala de mosca (Mérida), Amilamia, etc.

Mantiene una exposición itinerante, “Hembras”, de poemas serigrafiados en radiografías defectuosas y otros soportes.

Algunos premios recibidos:

Huelva Joven 2002, Modalidad Arte (Junta de Andalucía). Premio a la mejor artista joven de Huelva.
Creación Joven Regional 1997 (Ayuntamiento de Huelva).
La Mujer y su Historia 1997 (Diputación Provincial de Huelva).
No le gusta que le digan “poetisa”.

AHORA QUE LOS MONOS SE COMEN A LAS PALOMAS

PRÓLOGO

El sexo rasurado de la poesía

Pasen y lean, contemplen de cerca el sexo rasurado de la poesía, el desnudo y roído hueso de esta perra y misteriosa vida, la enfermedad convertida en espectáculo y el espectáculo hecho resistencia. Se podría decir - Ahora que los monos se comen a las palomas - que con este bautizo, Eva Vaz, se ha ganado a pulso la excomunión - en toda regla-, como mandan los cánones, con dos ovarios. Este es el particular infierno cotidiano, donde la Verdad brilla por su ausencia, pues quizá, como dice Eva, «la Verdad sea un simple juego de palabras», un oficio divino o transparencia inútil. Es aquí, desde el Cuerpo, desde esa cicatriz del tiempo que nos hace únicos , donde «los recuerdos son llagas mal curadas», desde donde Eva Vaz articula su discurso poético y la desenfadada, o cuanto menos irónica, forma de preservar el amor de su propio descrédito («el sexo no calma la soledad, la agudiza»).

Decía María Zambrano que «el amor es cosa de la carne, es ella la que desea y agoniza en el amor, la que por él quiere afirmarse ante la muerte». Y algo de este amor rezuma en los versos siempre atrevidos de Eva Vaz, esa capacidad de percibir más allá del dolor, la milagrosa receta del amor y del humor bien entendidos y atendidos. Es aquí donde la dignidad del poema sonríe, donde se detiene la pretensión y la complicidad se desborda, aquí la evidencia de lo real perfora la propia mirada hasta llegar a la carne misma, aquí se hace más necesario que nunca esa forma solitaria de saltar en el vacío de la tradición.

La poesía de Eva Vaz no busca la belleza en su expresión convencional, muy por el contrario, escapa del tópico, del gesto estético sin mas, no existe concesión alguna para el siempre arbitrario «buen gusto». Son sus propios personajes, - ella misma en confesión ilimitada - paisajes rescatados de la geografía de Marianne Faithfull, Kurt Weill, o Chavela Vargas.

En los poemas que componen la primera sección del libro «El diablo en el ojo», el cuerpo femenino, desbordado por su propia realidad, se alza sobre sí misma en un sublime ejercicio de historia personal y generacional, que alcanza su punto más álgido y metafórico en el poema titulado «Para gritar». A lo largo de estos primeros poemas, la conciencia y la historia del cuerpo femenino ante un entorno social adverso y hostil se convierte en un canto de resistencia ante el vacío, ante la humillación y en discurso de afirmación individual frente a la disolución de género.

«Gatillazos», la segunda parte del libro, es la carcajada reflexiva y contundente de la mujer que se ríe de su imagen forzada, del amor de rebajas y los corazones de saldo. El sexo concurre en estos «gatillazos» como la banda sonora de un sueño desgastado. «Mi colcha azul sabe más del comportamiento humano que cualquier manual de antropología». Son palabras que se alzan frente a la soledad como navajas contra la nostalgia. La experiencia parece destilar el deseo en una nueva forma de conocimiento, la que no concluye, la que prolonga y se establece desde la misma fuente del deseo. Tal vez, como ella misma dice, «porque el amor no me arregló la vida, y tampoco era para tanto».

Uberto Stabile

PARA GRITAR

Mi madre siempre deseó
una parcela en el campo:
“descansar
es invertir en calidad de
vida”.

Para su último hogar
improvisó un alquiler
de cinco años y flores de
PLÁSTICO.

La muerte también tiene
fecha de caducidad.

Ha vencido el alquiler
y mi padre le ha comprado
su propia parcela en el campo,
en el pueblo.

La muerte también entiende
de clases.

Vuelven a encontrarse,
por arte del negocio inmobiliario.
Su última cita,
en el paraíso del cementerio municipal:
mi padre asiste al siniestro desnudo
de huesos desordenados.
Y el anillo de matrimonio.

Su esposa, mi madre,
en una paz brutal como nunca tuvo.
Todo en una bolsa de PLÁSTICO.
Sin más mística:
el espanto en una bolsa de BASURA.

Mi padre volvió a sentar
a su amante
en el asiento del copiloto.
Con cariño. Con la tragedia
instalada en el volante.
Con arcadas. Con amor.

Depositó la bolsa,
como el que regresa del supermercado,
en la propiedad, orgullo familiar,
en una bolsa de BASURA
de PLÁSTICO
de marca.
Tantas bocas viven
de la muerte.
Hasta mi poema vive de la muerte.
Mi ego liba de tu muerte.

Perdóname.
mamá,
has tenido una nieta.