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Eclipse blanco en papel de plata

Colección EN PUNTA, nº 4

“ECLIPSE BLANCO EN PAPEL DE PLATA” (relato en verso)

Augusto Thassio

Edita: Ateneo Alternativo “Antonio Carrasco Suárez”
Camino del Saladillo, 11, 2º B - 21007 Huelva
Página web: http://cacua.com
Colaboran: Ayuntamiento de Punta Umbría y Consejo Asesor de Actividades Literarias del Área de Cultura de la Diputación de Huelva
Coordina: Marcos Gualda
Portada y contraportada a todo color y plastificada en brillo. 104 páginas
Cubierta: Víctor Pulido. Arquímedes
Diseño y maquetación: barco de ideas
Imprime: Artes Gráficas Hontiveros, S.L.
Béjar, 2004
D.L.: S-304-2004
ISBN: 84-933355-8-4

BIOBIBLIOGRAFÍA:

Augusto Thassio (Isla Cristina -Huelva-, 1950)
Publicaciones:
· Narrativa:
Cartas de un esquizofrénico a Eloísa. Ed. Ayuntamiento de Isla Cristina, Huelva, 1987
Cantos y leyendas de Rosal de la Frontera. Fundación El Monte, Huelva, 1990
El alma de Isla Cristina. Ed. Ayuntamiento de Isla Cristina, Huelva, 1991
· Poesía
Hoy he perdido el Lucero del Alba. Ed. AIQB, Huelva, 1989
Como el nardo. Ed. Huelva, 1994
· Teatro
Adriano y Antinoo. Diputación de Huelva, 1988
Miguel Hernández, prisionero en Rosal. Ed. Alfar y Diputación de Huelva, 1995PRÓLOGO:

AUGUSTO THASSIO: ZAPATOS DE COLOR DE ROSA

El día que vi aquellos zapatos de color rosa a Augusto Thassio, supe que este señor de nombre magno, albergaba más de una voz y más de una mirada. Como un camaleón elegante entre los rafales de las dunas de Isla Cristina. Y comprendí por qué Augusto Thassio, desde que comencé a escribir, se me aparece en todos los sitios, como una virgen humana con hermosos zapatos de color rosa.

Porque yo a Augusto lo conocí, de niña, en el periódico local del pueblo, La Higuerita, ensanchando palabras demasiado sublimes y demasiado ininterrumpido. Y no me gustaba tanta pompa y boato en las palabras de Thassio. Las excelencias del pueblo no necesitaban tanta mística. Y, ley de vida, mi juventud me impedía pensar en otras voces del “Poeta de Isla Cristina” ni reparar en la humanidad y las razones para hablar del mundo con palabras en mayúsculas. Luego comprendí que los poetas de cierta edad vivieron un mundo con pocas esdrújulas y escasas llanas. Porque los poetas como Augusto Thassio, asistieron a un mundo con demasiadas palabras agudas, que son más vulgares. Por eso, a este poeta, le brotan palabras sofisticadas, porque las más tristes no necesitó escribirlas, porque las palabras más oscuras ya las tuvo que vivir.

Augusto tenía mucho que enseñarle, a esta mujer pequeña cuyos prejuicios impidieron conocer antes al hombre capaz de calzar unos zapatos como aquellos. Jamás he visto unos zapatos más hermosos. Cuánto me queda aún por conocer…

Me entrevisté con este hombre de ojos líricos y voz de poeta sencillo y me contó, y me contó, y no dejaba de contarme historias, porque lo de este señor es contar historias, Augusto Thassio es un cuenta cuentos de los que saben narrar la vida. Me contó y contó un anecdotario imposible y real, desde sus excentricidades más surrealistas, a su condición de creyente, católico y practicante, su biografía amplia de maestro en todos los rincones y su bibliografía fecunda para todos los géneros (teatro, ensayo, cuento, poesía, artículos, guiones, biografías…). Me contó los proyectos que ya fueron y los abiertos, la pintura de los niños, el homenaje a Wilde (Jesucristo está escondido debajo de mi cama)… y vivir, vivir como otro proyecto metaliterario entre tantos a los que se entrega como un niño entusiasmado que ya conoce. Hablamos de la idiosincrasia de los pueblos de la mar, de Punta Umbría y de Isla Cristina, hablamos de Eloísa y las cartas del esquizofrénico, hablamos de Miguel Hernández en la cárcel de Rosal de la Frontera, hablamos de la mar. Hasta hablamos de su abuela y de mi abuela en su zapatería de la plaza de abastos de Isla.

ECLIPSE BLANCO EN PAPEL DE PLATA

Cuando accedí a Eclipse blanco en papel de plata lo hice porque Marcos, el editor, me dijo que no podía imaginarme lo que había escrito Augusto. Sabía que me iba a tener que revisar a fondo mis prejuicios para acceder a la sorpresa de uno de los poemarios más hermosos que me he topado en los últimos tiempos.

Más que un prólogo, yo escribiría un prospecto para todo aquel que se meta en esta preciosa historia de amor y mundo de dos parias que no pueden perder lo que nunca tuvieron:

-Abstenerse lectores uniformes que se escandalicen con la verdad.
-Contraindicado para aquel que no sepa que la religión, en manos del pueblo, es más humana y accesible.
-De lírica exquisita y mundana, “Eclipse blanco en papel de plata” puede provocar dolor en la epidermis.
-Accesos de emoción en medio de tanta metralla de prosa y mundo.
-Desconfiguración total o parcial de los prejuicios y los arquetipos.
-Hiperlaxitud de nuestra particular cosmovisión, En estos versos, amplios y democráticos todos caben. Los infelices tienen su sitio, a veces ocupan nuestra silla. A veces somos nosotros.
-Erupción de nuevas formas de amar, desconocidas por nuestros ojos burgueses de primer mundo.
-Alteración por las nuevas formas de sublimar la religión. Los desgraciados también pueden hablarles a dios. Y el dios de los desgraciados es más humano y más sencillo.

Eclipse blanco en papel de plata es, fundamentalmente, una historia de amor. De un amor noble y puro en un mundo adulterado y turbio. Del amor de dos infelices que intentan dejar de serlo como pueden, de dos excluidos del mismo mundo que los hizo: el nuestro.

El poemario se ofrece en dos partes: la historia del Manuel y la historia de la Amparo. Pero no es una suma de poemas en dos entregas. El poemario es un mosaico de poemas que empiezan y terminan con finales de estoque preciso y perfecto y que, leído al completo, forman un cuadro gigante, una historia de mundo de las que le gusta contar a Augusto Thassio.

Todo transcurre en un período (el período en el que el Manuel desembarca de la mar) y todo es una historia de amor y fe, un puzzle perfecto de poemas con piezas de un lirismo sobresaliente.

La primera parte Eclipse blanco en papel de plata, son 36 poemas redondos por sí sólos que narra los acontecimientos en primera persona, a través de la voz del Manuel.

La segunda parte El puto despertar de cada mañana narra la misma historia con la voz digna y puta de la Amparo, en 36 poemas exactos.

Y es admirable y, desgraciadamente, inusual, que el poeta se salga un mucho de sí mismo y atienda más a la historia de amor de estos dos pobres. Porque el verso está al servicio narrativo de la historia, de la vida que sobreviven Manuel y Amparo.

Impresiona el dominio de Thassio en la dosificación de la información de ese puzzle humano, de esa trinidad del Manuel, la Amparo y la Virgen del Carmen.

Ambas partes reconstruyen el universo de estos dos desgraciados que se aman y se tienen, que hacen grande la religión: “…Si mi Amparo/ tuviera la expresión de tus ojos, /no habría una jaca igual/ trotando entre la brisa.” Porque la religión no sólo es para los ricos “¿por qué te quedas, Carmen,/conmigo en el poyete, a pesar/ de que tu niño se te muere de frío?/¿por qué no te vas con los hijos/ del médico y los ricos del pueblo?”

El autor deja hablar a sus personajes. No hay juicio en letra de Augusto, son los propios personajes los que dictaminan sus sentencias (dice Manuel “que quiero el goce puro de mi propia sentencia” antes de meterse un bazuco, o “Cada vez que la Amparo/ me suelta la manteca,/me da vergüenza encontrar tu mirada/ clavada en mi costado.” No hay provocación en la letra de Thassio, hay una buena porción de realidad tullida. Y la realidad tullida la pone el mundo, no el autor. No hay ni el más mínimo desliz de apología ni censura. Los propios personajes se muestran como ángeles y diablos, como víctimas y verdugos (”Al final, Carmen/ no soy nada ni creo/que llegue a ser nada /en este infierno. Ni siquiera/ demonio, que ellos follan /por tres sitios a la vez/ y yo ni por uno me apaño”. O la moral por encima de la nuestra: “Carmen, y con tu ayuda,/ con cera virgen trapichearía.”. o “No nos culpe a la Amparo ni a mí. / La culpa la tiene el levante, Carmen, / El levante y tu tacañería.”). No hay el más mínimo maniqueísmo ni simplificaciones fáciles. Ahí está otra de las grandezas del libro: su coherencia. No es escandaloso el libro, es escandalosa la realidad. Y ésa no la inventó Augusto Thassio.

Por cierto: En Galaroza hay una virgen del Carmen aún preñada: la realidad, sin duda, siempre supera la ficción.

MANUEL

Manuel no tiene pasado ni futuro. Manuel sólo tiene presente. “Porque empezar es empezar y cuando se ha empezado, se continúa empezando cada día”.

Al Manuel se le apareció la virgen del Carmen en medio de la mar, en medio de la nada y de todo, como una madre buena e inflexible. Dominante y amorosa.

La interpelación constante del Manuel a la virgen, en ese bagaje sin rumbo que es esta primera parte, es como una invocación rítmica, una letanía constante, una oración que le imprime un ritmo a los versos con gusto a plegaria. Cada poema se rompe con un final que destroza toda trascendencia, un punto y seguido preciso y contundente. 36 poemas que cuentan las andanzas de este yonqui que sólo sabe y puede respirar ahora.

AMPARO

La Amparo es una señora, una puta reina, que se dice ella. Fue una sultana mantenida, una puta de lujo, una caprichosa saciada, pero sin su Manuel, tanto orfebre le sobraba. Porque ella es para su chulo precioso. Ella es una mujer que se dignifica con el sudor de su fractura trabajadora. Como debe ser. Digna y profesional. Lista y cariñosa, la Amparo está enamorada hasta el tuétano de sus putos huesos de su Manuel. Vive para él y su ahora de hoy ahora. Y no le importa no ser Juana de Arco o serlo sólo con su hombre si su Manuel es feliz con su cuidado de plata. Y no le importa que la pichita de su Manuel se quede flácida e inerte de tanto eclipse y tanta Carmen (Aunque, si soy sincera, /nada como la churrita lacia de mi Manuel. /Con ella sobre el pecho me siento maternal /Y, al darle teta, su pequeño capullo/ desinfalado/parece que solloza para que, entre arrechuchos/de loca fantasía, / le canturree una nana”). Él es su hombre. Y ella lo ama (Cada vez que me acuerdo de su pichita/ huérfana, se me nublan los ojos /por la lástima) y lo necesita. (”Yo misma le compro papelinas/ y le entrego dinero de mis noches/ de loba…Es mi hombre,/ mi padre, mi hermano, mi amante, mi hijo, mi chulo…/ Mi presente,/ mi futuro, mi pasado…/ Mi Manuel es ten bueno que hasta la misma Virgen lo acompaña/ para que, si le da un jamacuco, pueda apoyar la cabeza/ en sus regazos”). Ella se siente dama y poderosa reina del estrógeno. Su trabajo la dignifica porque sabe hacerlo y sabe hacerlo para que su Manuel tenga de todo (Que hablen y que revienten./ Que se rifan mi coño/ sus cabrones y se gastan/ conmigo la mitad de la paga). Y es feliz si su Manuel le existe. Y proclama sentencias tan hermosas como “Ahora comprendo que, por ser tan felices,/ nos cayera un castigo”.

La Amparo sabe de la hiel del mundo. Pero ama a su hombre y quiere a la Merchi, más buena y solidaria que una ONG, con forma de puta. Y lo que le sucede a la Amparo es triste y hermoso. Es terriblemente lírico y cruel. Es la pieza que completa este puzzle humano y divino de este estercolero en el que se aman todos los santos y demonios.

LOS ZAPATOS DE COLOR DE ROSA

¿Dónde encontraste esos zapatos, Augusto?

Eva Vaz